viernes, 14 de noviembre de 2008

Sahara: memoria y actualidad


(Publicado en El Heraldo de Aragón 15/11/2008)

Quienes tanta atención prestan a la memoria histórica, bien harían en recordar lo que sucedió el 14 de noviembre de 1975 y las consecuencias que aún hoy tiene. En esa fecha, hace 33 años, con Franco enfermo pero con sus ministros y notables en el poder, España firmó los Acuerdos de Madrid, por los que entregaba a Marruecos y Mauritania el Sahara Occidental. Se trató de una cesión ilegítima de soberanía, fruto de la presión de la dictadura marroquí y no exenta de zonas oscuras, por la facilidad con que se plegaron a los intereses de Marruecos algunas voluntades, que merecerían una profunda investigación. Esa irresponsable cesión se hizo al margen de la voluntad del pueblo español, al margen del pueblo saharaui, que nunca fue consultado y al margen del derecho internacional. Así, fue entregado a Marruecos un territorio de superficie igual a la de media España y sus habitantes, quisieran o no, entregados también. Semejante torpeza provocó un conflicto armado en la zona. España no cumplió sus obligaciones en el proceso de descolonización, por lo que la cesión de soberanía no ha sido reconocida conforme al derecho internacional. La Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO), que permitiría a los saharauis decidir su independencia, ha sido boicoteada una y otra vez por Marruecos, así como los esfuerzos realizados por la organización internacional para desbloquear la situación, incluidos los planes del ex-secretario de estado norteamericano y enviado especial de la ONU James Baker desde 1997 a 2004. Hasta aquí el pasado. A día de hoy una gran zona del Sahara Occidental está ocupada, mientras que en la parte más pobre sobrevive una población privada del acceso a casi todo y organizada políticamente en la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), que ha sido reconocida por algunos países.

Podrá haber quien piense que este problema nos es ajeno, pero no es así y nos tiene que importar desde varios puntos de vista. Por un lado, se hizo un gran daño a la defensa de la españolidad de Ceuta y Melilla, creando un precedente que no ha hecho sino animar la reivindicación de esas ciudades por Marruecos. Nuestra política exterior en el Magreb debería cambiar, buscando un equilibrio y un respeto del que ahora carecemos. Por otra parte, desde el punto de vista humanitario y de nuestra cooperación al desarrollo, en lugar de estrechar lazos con las dictaduras del planeta, no estaría de más que prestáramos un poco de atención a unos cientos de miles de personas de las cuales los mayores de 33 años nacieron “en España” y con las que esa España no cumplió sus obligaciones. Nuestro país debería exigir a Marruecos la celebración inmediata del referéndum, velando escrupulosamente por su limpieza. En caso de seguir bloqueando el proceso, nuestra respuesta lógica debería ser el reconocimiento de la República Árabe Saharaui Democrática. Eso sería hacer sana y útil memoria histórica, investigar los errores cometidos, corregirlos y compensar en la medida de lo posible a los perjudicados.