jueves, 30 de julio de 2009

Carta abierta a Francisco Sosa Wagner

Estimado Sr. Sosa:
He leído un escrito suyo donde presta atención a lo que usted llama “turbulencias en el seno de UPyD”. Le adelanto que soy uno de los expedientados por la Dirección del partido y que observo en su intervención una profunda carencia de información acerca de lo que está sucediendo.
En primer lugar, le agradezco la moderación del tono que utiliza. Sepa que no es esa la norma con que estamos siendo tratados quienes hemos tenido la osadía de expresar nuestra disconformidad. Al contrario, hemos cosechado acusaciones de todo tipo, desde estar pagados por enemigos de UPyD, hasta la habitual y manida de buscar nuestra promoción personal, pasando por muchas otras. Tampoco hemos salido libres de insultos, que prefiero no reproducir. Toda esta cosecha procede de personas que forman parte de la Dirección del partido o que se muestran afines a ella.
En mi caso concreto, no he acusado a Rosa Díez de personalista. Esto por sí solo no significaría un grave problema. Creo que la consolidación de UPyD y el éxito de su proyecto político pasa por superar la unipersonalidad del partido, pero no voy a hablarle de eso ahora. Me centraré en la falta de democracia interna, que como usted dice es algo mucho más serio. Aquí comienzan nuestros desacuerdos importantes. Usted dice que se trata de una generalidad inconcreta. Por el contrario, la cantidad y la fiabilidad de los datos que existen en ese sentido son abrumadoras. Voy a darle algunos, sin posibilidad de ser exhaustivo porque rebasaría la longitud razonable para esta carta.
Comenzaré por dos que le atañen a usted, lo que hará más sencillo que pueda confirmarlos. El 25 de mayo, en una entrevista en Diario Siglo XXI, usted decía acerca de la confección de la lista de UPyD a las elecciones europeas: “La elección de candidatos se ha hecho por las distintas agrupaciones del partido de la manera más absolutamente democrática, teniendo en cuenta que se trata todavía de un partido político pequeño y con pocos afiliados.” Pues bien, he de decirle que eso es rigurosamente falso. No digo con ello que usted mintiese, pero sospecho que alguien le mintió a usted. Las agrupaciones no han tenido absolutamente ningún papel en la confección de la lista. Como casi todo, ha sido elaborada por el Consejo de Dirección. Si no me cree, puedo facilitarle el correo, remitido por el propio Consejo, que recibimos todos los afiliados en este sentido. Esto en cuanto a los puestos del segundo hasta el final. La designación del primero de la lista, usted, incluye hasta una significativa anécdota. La forma en que nos enteramos fue pintoresca, a través de la prensa. Un día, meses atrás, uno de los Coordinadores provinciales recibió la llamada de un periodista pidiéndole que comentara la decisión de UPyD de llevar a Francisco Sosa Wagner en primera posición a las elecciones europeas. Ese compañero, que como todos los demás no sabía nada del asunto, tuvo reflejos para dar una excusa, colgar el teléfono, llamar a la Dirección y devolver la llamada. Aún así, los afiliados en general siguieron sin saberlo. Un tiempo después, con su designación ya publicada por toda la prensa nacional, fue sometida a refrendo en el Consejo Político. No había alternativa ni opción.
En cuanto al talante de la gestión interna, sepa que se utilizan los expedientes disciplinarios de forma discrecional y arbitraria. Ya me disculpará que lo repita, pero me gusta poner como ejemplo, por lo ridículo y significativo, el del afiliado octogenario residente en Brasil cuya mayor falta conocida consiste en ser el padre de otra afiliada también expedientada. En general los expedientes que conozco (y son muchos) no resisten el más mínimo análisis jurídico. Ni se corresponden con hechos sancionables, ni se ha respetado el procedimiento en su tramitación. Comprenderá que esto no puedo demostrárselo en este escrito, pero si dispone de tiempo y lo desea, no dude que se lo podremos mostrar sin lugar a dudas. En cualquier caso, por vía interna o externa, verá como nos terminan dando la razón.
Sin embargo, lo que más me preocupa es el modelo organizativo que la Dirección propone, así como los medios que está empleando para conseguir que el primer Congreso se limite a su aprobación plebiscitaria. Le sugiero la lectura crítica del Reglamento del Congreso. Como ejemplo le indico que la Mesa del Congreso se elegirá por listas cerradas y bloqueadas. Quien sepa lo que es una Asamblea General de un partido, sabrá las posibles causas y las probables consecuencias de algo tan inusual. Pero hay mucho más. En esto, le sugiero la lectura de los análisis y comentarios que vamos a ir desgranando en http://estanoeslawebdeupyd.blogspot.com.
En cuanto al debate interno, simplemente no existe, excepción hecha de un grupo de personas seleccionadas digitalmente (usted ya me entiende) y que por lo tanto no representan a nadie ni tienen mayor legitimidad que otros. Pero aún ellos no debaten gran cosa, ya que las decisiones políticas son tomadas de forma prácticamente unipersonal, como por ejemplo la de la abstención en la votación de la mesa del Parlamento Vasco y muchas otras que sería prolijo enumerar.
Pero lo que es un escándalo político sin precedentes es suspender de militancia y preparar la expulsión de las personas identificadas como oposición interna, ante la proximidad de un congreso. Esto no se ha atrevido a hacerlo ningún partido en los 30 años que llevamos de democracia. Esto es lo que está haciendo la Dirección de UPyD. A mí me da, entre otras cosas, vergüenza ajena. ¿Y a usted?
Un respetuoso saludo
Javier Carroquino Oñate

miércoles, 15 de julio de 2009

Carta abierta a Albert Boadella

Estimado Sr. Boadella:
No sé si sabrá que participo, junto con otros compañeros, en una iniciativa crítica hacia la gestión interna de UPyD y sobre todo hacia el modelo organizativo al que se está encaminando por obra de su Dirección. He leído un breve escrito suyo y algunas declaraciones en que usted descalifica de forma genérica a quienes ejercemos esa crítica dentro del partido. Ambas intervenciones están siendo utilizadas por la Dirección para justificar la represión de que estamos siendo objeto. Por ello, me veo en la necesidad de escribirle y de hacerlo de forma pública.
Cuando se estaba gestando este partido, sentí gran satisfacción por su presencia y disfruté con sus intervenciones en algunos actos. Llegué incluso a enorgullecerme de formar parte con usted de la lista de fundadores y del Consejo Político que se creó. Ahora, he de reconocer que ha sido triste para mí su posicionamiento, en tanto que supone una descalificación de la actitud crítica que muchos mantenemos. No sé si era su intención referirse a nosotros, ya que simultáneamente ha habido otras actitudes también críticas y también públicas, pero de personas que han decidido abandonar el partido. En uno u otro caso, me parece buena ocasión para referirme a este asunto.
Comprendo perfectamente que usted conozca a los máximos dirigentes del partido, que pueda sentir simpatía o incluso unirle con ellos una amistad. También es lógico que desee lo mejor para una formación política que, supongo que tanto a su criterio como al mío, resulta conveniente o más bien higiénicamente necesaria en España. Sin embargo, le aseguro que las personas que nos hemos unido a las críticas conocemos mejor que nadie lo que está sucediendo en el interior de la organización. Alguno de nosotros ha participado en el Consejo de Dirección, varios hemos sido Coordinadores Territoriales o Provinciales, miembros del Consejo Político y también afiliados de base. Hemos participado en las actividades del partido a todos los niveles, incluido el día a día de las agrupaciones a las que pertenecemos. Desafortunadamente para nosotros, usted dejó muy pronto de asistir a las reuniones del Consejo Político y no ha tenido trato directo con los afiliados en el seno de una agrupación. Digo desafortunadamente por al menos dos razones. Una de ellas es que así conocería, como nosotros, las realidades de que hablamos. Otra es, permítame que lo suponga, que creo que se habría opuesto a lo mismo que nosotros nos oponemos.
Comprendo también que considere posible que algunas personas actúen movidas por intereses externos, opuestos y malintencionados. Sin embargo, he de decirle que no acepto que nadie atribuya a mis actos esa causalidad, ya que no es cierta. Se trataría de un juicio de intenciones, sin ningún sustento real, dado que ninguna prueba puede haber de aquello que es falso.
Cierto es que a muchos nos gustaría que se sumase a nuestra voz, pero nunca se lo pediríamos de forma incondicional, sino siempre sometida al conocimiento y valoración previos de la información que podríamos aportarle. ¿Ha leído usted los documentos que elabora la Dirección? ¿Sabe cómo se han efectuado las purgas? ¿Ha hablado con una sola persona de las poquísimas que han sido elegidas democrátimente para un cargo en UPyD? Solamente como botón de muestra y por lo grotesco que resulta, le diré que la Dirección de nuestro partido ha expedientado a un afiliado octogenario, residente en Brasil, cuya falta mayor que conocemos consiste en ser el padre de otra afiliada también expedientada. En cuanto a la razón por la que nos gustaría contar con usted, guarda mucha más relación con lo que le he comentado que sentimos al verle en los inicios del partido, que con la cantidad de espacio en los medios que pudiera proporcionarnos, ya que de esto último se puede comprobar que no andamos precisamente escasos. Eso sí, seguramente usted conseguiría que las personas que dirigen el partido cogieran el teléfono si les llamase, cosa que hemos de reconocer que no está a nuestro alcance desde hace meses.
En resumen, es usted muy dueño de mostrar su adhesión incondicional a un líder, respaldando hasta las acciones que sus acólitos cometan o incluso perpetren, sin tener conocimiento de las mismas. Permítame sin embargo criticar que lo haga, aunque voy a tener el buen gusto de no establecer comparaciones con casos presentes o pasados donde esa clase de adhesiones políticas fueron perniciosas. Más me sorprende que una persona, que ha sufrido por culpa de un ejercicio autoritario y doctrinario del poder, utilice su crédito social para dar respaldo a un poder ejercido de esa misma manera. Reitero además lo inaceptable de que descalifique a quienes fuimos como usted fundadores de UPyD y de que haga juicios de intenciones tan atrevidos como desacertados. Uno de los precios de estar en el Olimpo consiste en no conocer de cerca los asuntos terrenales. Para el éxito del proyecto inicial que usted y yo compartimos, es lícito y ahora imprescindible ejercer la crítica.
Acerca del consejo que usted da de cortar esto de raíz, no le quepa duda de que la Dirección lo está llevando a cabo desde hace tiempo. Tan profundamente que el campo puede quedar yermo.
Un respetuoso saludo

lunes, 6 de julio de 2009

Comunicado ante los expedientes de expulsión

Este es el comunicado expuesto en http://estanoeslawebdeupyd.blogspot.com :
Varios de los participantes en esta iniciativa estamos recibiendo comunicaciones del Consejo de Dirección de UPyD, donde se nos comunica la apertura de un expediente disciplinario, la suspensión de militancia y la posible expulsión del partido. Una de las causas argumentadas es la existencia de esta página web.
En primer lugar, queremos dejar constancia de que ni en las normas y estatutos de UPyD ni en la legalidad vigente existe precepto alguno que hayamos infringido, ni sustento justo para iniciar contra nosotros acciones sancionadoras colectivas. Podrá gustar más o menos nuestra actuación, pero se ajusta plenamente al ejercicio legítimo de nuestros derechos y debe ser por lo tanto respetada. Estamos en condiciones de desmontar todos y cada uno de los argumentos que la Dirección utiliza para arremeter contra nosotros, y así lo haremos. Sin embargo, la intención de este escrito no es defendernos de esas falacias mal hilvanadas, sino mostrar nuestra posición.
Entre nosotros hay cierta perplejidad. Sabíamos que no es del gusto de la Dirección que nadie tenga opinión propia y menos aún que la manifieste a otros. Teníamos conocimiento de la utilización de los expedientes de forma discrecional e injustificada. Aún así, estamos sorprendidos por la irresponsabilidad cometida. A no ser que estuviese terriblemente mal asesorado, el Consejo de Dirección debería saber que no existe causa justa para actuar contra nosotros y contra muchos otros compañeros contra los que ha actuado. Sabemos que se esperaba que la carta con el ultimátum que nos dirigió el Responsable de Organización fuese eficaz. Hasta hace poco, la táctica del amedrentamiento puede haber dado resultados. Ahora ya no es así.
Había habido un goteo permanente de hechos que no nos gustaban. Sin embargo, la casi total ausencia de comunicación interna y nuestra propia ilusión retrasaron la pérdida de la confianza. El contenido del Reglamento del primer Congreso y la reacción ante quienes pedimos su modificación resultó el test definitivo que nos hizo salir de dudas: nuestro partido está siendo gestionado internamente de forma personalista, autoritaria, oscurantista, contraria a lo pactado por el grupo fundador en el Manifiesto Fundacional y, lo que es peor, las acciones de la actual Dirección se encaminan a perpetuar esto en el próximo primer Congreso. A partir de esa convicción, unos pocos compañeros optamos por defender nuestras opiniones en lugar de abandonar. Eso nos unió e hizo que descubriésemos que ni estábamos solos, ni éramos pocos, sino que existía una necesidad real de comunicación. Por mucho que se nos suspenda de militancia no vamos a cerrar la web. Ese medio de comunicación seguirá existiendo. Además, las personas que apoyan esta iniciativa son muchas más que aquellas cuyos nombres aparecen aquí. Se dice una y otra vez por los medios “oficiales” del partido que nuestra intención es promocionarnos personalmente como candidatos. Ahora podrán comprobar que no es así. Aunque nos impidan presentarnos a los expedientados, otras personas podrán hacerlo con idénticas propuestas. ¿Los expedientarán también?
Por otra parte, queremos llamar la atención acerca de los perjuicios que la Dirección está causando y puede causar al conjunto del partido. Además del reguero de descontento interno que está sembrando por doquier, en este caso concreto está comprometiendo la imagen de UPyD. La dirección de un partido político no puede expulsar a los críticos por el hecho de serlo. Que nadie nos diga que debemos mentir ni ocultar la verdad por el bien del partido. No hay que confundir el bien de una organización con la impunidad de sus dirigentes. El daño precisamente lo pueden causar las irresponsabilidades de éstos.
Vamos a continuar con nuestra iniciativa, abierta como hasta ahora a las incorporaciones de quienes la crean necesaria. Vamos a incrementar la comunicación. Vamos a defender nuestros derechos en el ámbito jurídico. La capacidad de los dirigentes de nuestro partido para evitarlo es nula. Sin embargo, como siempre hemos dicho, estamos abiertos al diálogo. Tanto si nuestra Dirección recapacita y renace en ella el respeto por la pluralidad y la democracia interna, como si constata que jurídicamente no se tiene en pie su proceder.
Nos gustaría que el conocimiento de este desagradable episodio, como tantos otros pasados, presentes y previsiblemente futuros, sirviese para que el conjunto de nuestro partido reaccionara consecuentemente con las ideas de regeneración democrática que inspiraron su nacimiento y le granjearon el apoyo de muchas personas de buena fe.

miércoles, 1 de julio de 2009

El horizonte temporal de UPyD

Han sido varias las veces que he escuchado de Rosa que nuestro partido tiene “fecha de caducidad”. No ha sido una confidencia, sino expresado ante decenas de personas. La primera vez que lo oí no le di mayor importancia, pero al repetirse, la última vez el 28 de marzo, me dio qué pensar. ¿Por qué? ¿Qué se puede deducir de esa afirmación?
Como primera opción, cabría pensar que nuestro partido existe para regenerar la democracia y que, una vez que se haya conseguido esto, debería desaparecer y dejar libre el camino a los partidos preexistentes. En principio no es una mala idea, pero no resiste un análisis en profundidad. La regeneración de la democracia no es un proceso de manos limpias, pasado el cual podemos irnos todos a nuestra casa. Los ciudadanos siempre debemos ser vigilantes y aún más, activos defensores de la limpieza, sensatez y legitimidad en la acción política. Si UPyD acomete esa función, la prudencia y la lógica aconsejarán su permanencia y no su desaparición.
Si la caducidad de UPyD se deriva de que es un partido instrumental, creado para cumplir una determinada función transitoria o para obtener un determinado fin, creo que es exigible conocer de qué finalidad se trata. Así deberíamos haberlo sabido todos desde el principio, para tomar la decisión de embarcarnos o no en una nave con destino concreto. Especialmente si ese destino fuese la disolución dentro del mapa político preexistente.
Sin embargo, por encima de cualesquiera otra consideraciones, al ser UPyD un partido político y estar formado por miles de personas, las decisiones acerca de sus fines y de su posible caducidad corresponden a la Asamblea General de Afiliados. No es de recibo, ni es legítimo, que un grupo fundador marque una finalidad y una fecha de caducidad a un partido político, sin dar cuenta de ello y sin obtener el refrendo explícito de la Asamblea, que debería colocarlo incluso en los propios estatutos. Pero es que incluso el grupo fundador, al cual pertenezco, no tomó ninguna decisión al respecto. ¿Por qué dice eso Rosa? ¿Se trata de su opinión personal o toda la Dirección la comparte? ¿Tiene algo que ver con el monolitismo que se nos impone desde arriba? Tal vez deba ser una de las cuestiones a refrendar o reconsiderar en el próximo Congreso.
Por mi parte, creo que la misión de UPyD trasciende la de ser un partido con un fin temporal y por tanto con fecha de caducidad. El bipartidismo que tenemos en España hace que ambos partidos mayoritarios se vean entre sí como el enemigo a batir, ya que el triunfo de uno es siempre en detrimento del otro. Así, se crea un sectarismo que impide que ambos partidos puedan llegar a acuerdos cuando son necesarios por el bien común. La existencia a largo plazo de un tercer partido nacional rompería esta insana situación. Serían posibles coaliciones de dos entre tres, de tal forma que la cultura política del diálogo se impondría a la del sectarismo actual. UPyD podría ponerse como objetivo ser ese tercer partido. De hecho, si nos creemos nuestras continuas reivindicaciones de la transversalidad, esa es la vía natural, lógica y deseable. Y para ello es imprescindible la pluralidad y la democracia interna.