viernes, 20 de mayo de 2011

UPyD un partido como los demás, pero que lo oculta

Se aproximan las elecciones municipales y autonómicas. Algunas personas que me conocen me preguntan por UPyD. Es lógico. Durante dos años difundí tanto pública como privadamente mi apoyo a esa organización política. Formé parte de su grupo fundador, fui elegido Coordinador en Aragón y me presenté como primer candidato al Congreso por la lista de Zaragoza en las elecciones generales de 2008. Sin embargo, ahora no apoyo a ese partido. Al contrario, a todas las personas que de una u otra forma confiaron en mí entonces, me veo en el deber ético de pedirles disculpas por haberles inducido a creer en su mensaje o a votar a su favor. Esa es la intención de este escrito. Sin saberlo, contribuí al crecimiento de un partido que no es lo que parecía.

La historia es bastante sencilla. Rosa Díez y dos personas más nos convencieron a otras 120 para acompañarles en la fundación de un partido. Las ideas estaban claras. En resumen, había que ofrecer a la sociedad una nueva opción política, completamente diferente de las existentes y con la misión de regenerar la democracia. A esta iniciativa fuimos sumando más y más adeptos. Pronto empezó a haber signos que no encajaban: imposibilidad de comunicación interna, Consejos Políticos a la búlgara donde las decisiones estaban previamente tomadas, etc. Podría dar multitud de ejemplos, pero baste decir que la selección de Francisco Sosa Wagner (hoy eurodiputado) como primero de la lista europea la conocimos por la prensa mucho antes de que se planteara en la reunión del Consejo. Eso no parecía un partido nuevo, sino más de lo mismo, pero las excusas eran diversas y al principio nos las íbamos creyendo.

La alarma roja se me encendió del todo cuando la Dirección (que por cierto no había sido elegida democráticamente sino designada por Rosa Díez) presentó para su aprobación en el Consejo Político un Reglamento que pulverizaba literalmente los principios e ideas que nos habían llevado a fundar el partido. Ni listas abiertas, ni separación de poderes, ni incompatibilidades, ni nada que no fuera concentración de poder al servicio de la Dirección. Se nos llenaba la boca de bonitas palabras ante los votantes y de críticas a los demás partidos pero no nos íbamos a aplicar internamente nuestras propias recetas. Como no me gustaba, presenté una enmienda a la totalidad, intentando recuperar el espíritu regenerador de que tanto hablábamos. ¡Grave atrevimiento! Me sentí amenazado, fui destituido, difamado y calumniado. Al creer que el partido iba a convertirse en uno peor que aquellos a los que queríamos combatir, anuncié junto con otros nuestra intención de presentar candidatura a la Dirección. ¡Peor todavía! Se inició la caza de brujas y fuimos expedientados para retirarnos los derechos y evitar nuestra presencia en la Asamblea. Primera vez en la democracia española que una futura candidatura opositora es expulsada antes de unas elecciones internas. Pero la luz ya la habíamos encendido. Otros presentaron candidatura alternativa y, después de ser laminados, su candidato fue expedientado también. Ahora son legión los que conocen lo que hay y lo pueden testimoniar.

En resumen, puedo decir, y dispongo de pruebas para ello, que he conocido desde dentro y al más alto nivel el partido UPyD y a su dirigentes. Gran parte del grupo fundador lo ha abandonado. De los partidos que conozco, creo que es el menos democrático internamente. Sus palabras son muy diferentes de sus hechos y estoy convencido de que defraudará a sus votantes, como me defraudó a mí y a otros cientos de personas que lo han abandonado también.