Estas son las tres propuestas:
Listas abiertas también en los partidos
Listas abiertas también en los partidos
Transparencia en los partidos
Defensor del votante
Defensor del votante
La anterior entrada de este blog revisaba el funcionamiento interno de los partidos políticos, su ausencia de democracia y las consecuencias que ello tiene en la política en general: la incapacidad de los políticos para representarnos y para aportar ideas, así como el origen de la corrupción. Ahora trataré de las soluciones que pueden obligar a los partidos parásitos y clientelares a convertirse en verdaderamente democráticos. Igualmente se evitará el riesgo de que nuevos partidos, que entren en el sistema o crezcan como consecuencia del descontento social o de una reforma electoral, reproduzcan los mismos vicios y nos defrauden de nuevo. En resumen, se trata de la forma de cambiar la actual partidocracia por una democracia, donde los partidos sean ayuda a la participación y no obstáculo para ésta.
Esto es lo que dice el artículo 6 de la Constitución Española: “Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.”
Las malas prácticas actuales que habría que erradicar son:
- Los partidos están dirigidos de forma clientelar, casi mafiosa, donde el poder interno y externo es repartido por el “aparato” al servicio de una minoría dirigente (a veces incluso de una única persona), evitando toda discrepancia, todo debate y por lo tanto cualquier atisbo de democracia. Desaparece la participación y todo se limita al seguimiento del líder o de la camarilla que personifica al partido y que decide sus propuestas y los mantras que todos los demás repetirán.
- Los partidos manejan mucho dinero público, donaciones y créditos bancarios. Las cuentas que presentan son apenas una caricatura. En la práctica, no existe información ni control público sobre ellas. Los bancos favorecen descaradamente a los partidos, concediéndoles créditos que nunca concederían a empresas o particulares. Incluso a veces pueden perdonarles los intereses o hasta el principal de la deuda. Uno de los efectos es que los partidos ya establecidos tienen grandes ventajas sobre cualquier nueva iniciativa que desee presentarse a competir con ellos en unas elecciones. Otro es que puede establecerse una colaboración inconfesable entre el poder político y el económico.
- La mayor parte de la corrupción se origina en el interior de los partidos políticos. La estructura clientelar lo favorece y también evita que nadie quiera y pueda denunciarlo. Quienes conocen irregularidades y desean evitarlas no se atreven a hablar, porque lo único que conseguirán es ser marginados, perseguidos y expulsados. Los jueces no entran a valorar la legalidad de lo que sucede de puertas adentro de los partidos.
Las medidas básicas a tomar para combatir lo anterior podrían ser tres:
- Listas abiertas también en los partidos. Esta exigencia podría añadirse al artículo 7 de la Ley de Partidos, indicando que todos los órganos internos de carácter representativo, ejecutivo y de control, así como las elecciones primarias, deberán elegirse democráticamente, mediante listas abiertas, aplicándose también limitación de mandatos y un régimen de incompatibilidades.
- Transparencia en los partidos. Esta exigencia podría añadirse al artículo 7 de la Ley de Partidos o bien en un nuevo artículo y requeriría también el endurecimiento de la Ley de Financiación de los Partidos políticos y en concreto de su Disposición transitoria segunda. Se debe exigir a los partidos información pública y detallada de sus ingresos y gastos, tanto del dinero público como de las donaciones y préstamos que reciben. Se debe prohibir expresamente que los bancos perdonen el pago de los créditos a los partidos, responsabilizando a ambos, banco y partido, de los incumplimientos. Las mismas normas deben extenderse a las fundaciones vinculadas a los partidos políticos.
- Defensor del votante. La creación de esta figura probablemente requeriría una Ley específica. Cada ciudadano, bien sea en su calidad de votante como si es afiliado a un partido político, debe tener a su alcance medios legales para denunciar los abusos o las ilegalidades que conozca que se han cometido por un partido político, sin ser extorsionado por ello y con garantías de que si hay base real se investigará. Actualmente es imposible que las irregularidades internas salgan a la luz y que se depuren responsabilidades ni dentro ni fuera del partido. Además de las económicas y antidemocráticas, serían objeto de seguimiento los incumplimientos flagrantes delos programas electorales.