miércoles, 19 de agosto de 2009

Del Blog de Rosa Díez o “A buenas horas, mangas verdes”


No es mi costumbre citar blogs de otras personas, pero esta vez voy a hacer una excepción. En el blog de Rosa Díez, la entrada de ayer 18 de agosto, se titula: “A BUENAS HORAS, MANGAS VERDES...” y comienza así: “Dicen que este dicho procede de una afirmación popular que se repetía siempre que llegaba la guardia civil cuando los ladrones ya se habían fugado tras cometer un atraco. Parece que era algo tan habitual que los "mangas verdes" eran saludados frecuentemente de tal manera. Y así quedó para la historia la sentencia con la que se da la bien venida a personas (o iniciativas) que llegan demasiado tarde.”

Nuevamente he de corregir la información que maneja la Presidenta de UPyD. Desconozco si el error es de su cosecha o de alguno de sus colaboradores y ella lo transmite como bueno. No me voy a referir a algún fallo ortográfico o de puntuación, que los hay, sino a que los “mangas verdes” no son los miembros de la Guardia Civil. La expresión no deriva para nada de ella, ni de su uniforme, ni por supuesto de una supuesta tardanza en acudir cuando se la necesita.
Existen dos posibles orígenes de la expresión, que datan de los siglos XV y XVI. La mayoría de las opiniones expertas opina que se trata del cuerpo de la Santa Hermandad, creado por los Reyes Católicos y al parecer lento en sus intervenciones. Otra posibilidad apunta al Tercio Viejo de Lombardía, cuyos coseletes (soldados con coraza ligera, también llamada coselete, en el pecho) vestían traje con mangas verdes y que llegaron al parecer tres días tarde al escenario de una batalla cuyo nombre desconozco.
En cualquier caso, desacertada, innecesaria e inconveniente ha sido la alusión a la Guardia Civil.

jueves, 13 de agosto de 2009

La evolución necesaria

Ha pasado la primera oleada. Los hechos que han venido ocurriendo en nuestro partido han salido a la luz. Los afiliados y simpatizantes ya no tenemos una sola fuente de información, como la que hasta hace poco “vendía la moto” de lo maravillosamente que se estaba haciendo todo. Ahora ya no es posible navegar por encima del bien y del mal, causando estragos entre los afiliados, pero con la etiqueta autoadjudicada de ser la solución a todos los males de nuestra sociedad. Suele decirse que el primer paso para iniciar la curación de muchas enfermedades es conocer su existencia. Ahora toda España sabe que existe una crisis en UPyD. Quienes entienden un partido político como su instrumento de promoción, personal o sectaria, pueden ver en esa publicidad una deslealtad cometida por enemigos. Quienes entendemos los partidos como cauces públicos para la vertebración política creemos que, de lo público y de lo político, públicas han de ser las cuentas. Conste también que la crisis no la ha provocado la afloración de la crítica, sino que ambas son consecuencias de la pésima y a pesar de ello prepotente gestión de la Dirección.
Hace años que existe demanda social en España de un partido que sirva de cauce, que no de instrumento, a muchos ciudadanos disconformes con el bipartidismo imperfecto, los abusos nacionalistas y la escasa calidad con que se gobierna el Estado. Dicho de otra manera, echamos de menos una mezcla de libertad, progreso y honradez en la gestión de nuestra “Res Pública”. Primero vimos la esperanza de color naranja con Ciudadanos. Después se tornó magenta* con UPyD. Muchos nos ilusionamos y trabajamos por ello. Ahora está llegando el momento de ver si esta última organización va a estar a la altura de lo que se necesita.
Al margen y en contra de lo que podrían entender los sectarios, entendiendo como sectario lo que dice el diccionario de la RAE en sus dos acepciones: “1. Que profesa y sigue una secta y 2. Secuaz, fanático e intransigente, de un partido o de una idea”, lo importante del partido no es que triunfe por encima de todo, sino que persiga aquella finalidad para la que se concibió y que tanto dicha finalidad como la forma de perseguirla sea legítima. Por eso, visto que su dirección puede estar torcida, es imprescindible solicitar del partido que se enderece, incluso provocarlo. Si ello no fuese posible, para muchos entre quienes me encuentro esta organización habría dejado de tener legitimidad y coherencia, y ya no sería la nuestra. En resumen, en política la lealtad verdadera lo es ante la propia conciencia y ante los ciudadanos a los que se intenta representar y servir.

La conciencia crítica entre los afiliados por fin existe. Las disconformidades, que antes y aún desgraciadamente ahora se tornan muchas veces en abandonos, ya cristalizan en posiciones colectivas. Se ha pasado de la oscuridad a la luz, de tal forma que podemos saber hacia dónde vamos y decidir si se hace o no. De forma pareja a cómo el siglo de las luces terminó con el absolutismo**, o de cómo la imprenta fue clave en el éxito de las herejías de Lutero***, la información y la comunicación han venido para quedarse. Este proceso, del que hemos asistido ya al inicio, tendrá un punto de inflexión. Si el “aparato” intenta legitimar su línea, camuflando o incluso disfrazando como pueda un congreso previamente capado, UPyD estará perdido y muchos perderemos el interés y el cariño por él. Sin embargo, aún puede realizarse un verdadero Congreso Constituyente plenamente democrático. Para ello, entre otras cosas, habría que revocar el actual reglamento Congresual, dejar sin efecto los ceses, las designaciones y los expedientes arbitrarios, permitir el regreso de quienes se fueron hastiados y después de todo ello abrir un verdadero período de debate democrático, incluidas las elecciones internas, bajo el control de órganos independientes y garantistas, no de un aparato viciado y sumisamente sectario.

Retomando la existencia de la demanda social antes mencionada y la gran cantidad de personas que se han involucrado en lo que primero fue el espíritu del Tivoli y luego el Manifiesto de UPyD, no procede dejar pasar el tiempo esperando un cambio que no llega por sí solo, ni tampoco malemplearlo en esfuerzos estériles. También sería una lástima dar por perdido ese tiempo y ese capital humano y político. Yo no pienso hacerlo y sugiero a quienes compartan esos ideales que tampoco lo hagan.

Intentar reconducir UPyD, no de una forma ilusa sino coherente, es difícil pero necesario. Tanto si se consigue como si no, no será esfuerzo perdido. Hasta el momento, lo que está sucediendo era lo previsible con la información de que se disponía. No creo que los reaccionarios puedan decir lo mismo. Veremos lo que el futuro nos depara o, mejor dicho, trabajemos para un futuro mejor, lo que tal y como están las cosas no es pedir demasiado.


(*) Recuerdo que dijo Rosa Díez, cuando la fundación de UPyD, que el magenta era un color puro y primario. En ese momento tuve el buen gusto de no contradecirla, ni pública ni privadamente. Sin embargo, los colores primarios son el rojo, el verde y el azul, que por síntesis aditiva, o sea sumando, permiten componer todos los visibles. El modelo de color se define así técnicamente como RGB, del inglés red, green, blue. El magenta es la suma del rojo y el azul y, junto con el amarillo y el cian, permite formar los demás colores por síntesis sustractiva, esto es restando de la luz blanca mediante tintes o filtros. En el caso de la imprenta suele añadirse el negro, no por necesidad teórica sino por la imperfección de los propios tintes, llamándose entonces el modelo CMYK. Supongo que el problema deriva de haber repetido lo que algún “colaborador cualificado” le diría sin realmente entenderlo. Ahora, tanto en lo organizativo como en lo jurídico, toca desenmascarar también a los colaboradores que pueden llevar este proyecto a la ruina.
(**) Existía una Teoría del origen divino del poder (basada en el evangelio de San Juan Jn 19, 1 y recogida entre otros por el Papa León XIII, en su encíclica Diuturnum illud, sobre la autoridad política, junio 1881), según la cuál los gobernantes recibían la legitimidad para el ejercicio del poder directamente de Dios. Además del origen “divino directo”, para justificar la dulcificación de las monarquías supervivientes, se acuñó la teoría del origen del poder “divino indirecto”, por la que tanto el origen era el mismo (Dios) como el destinatario (el monarca o gobernante), pero en ese camino pasaba, sin detenerse claro está, por el pueblo. El régimen de Franco, por ejemplo, decía considerarlo así. Nada diferente de los actuales populismos, tanto a nivel de estados como de partidos.
(***) Hay que reconocer lo acertado de Savater al traer a colación las herejías y considerarlas necesarias en política. Resultan llamativos los múltiples paralelismos, como por ejemplo entre la colocación de las 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg y la de los documentos de los “herejes” de estanoeslawebdeupyd. También las excomuniones (que no son otra cosa que expulsiones del seno de la Iglesia), los inquisidores (cabe recordar aquí la existencia de un personaje de escasa talla política pero así apodado por su conducta desde tiempo atrás), etc. Esperemos que no lleguen las hogueras y el cisma.