Se aproximan las elecciones municipales y autonómicas. Algunas personas que me conocen me preguntan por UPyD. Es lógico. Durante dos años difundí tanto pública como privadamente mi apoyo a esa organización política. Formé parte de su grupo fundador, fui elegido Coordinador en Aragón y me presenté como primer candidato al Congreso por la lista de Zaragoza en las elecciones generales de 2008. Sin embargo, ahora no apoyo a ese partido. Al contrario, a todas las personas que de una u otra forma confiaron en mí entonces, me veo en el deber ético de pedirles disculpas por haberles inducido a creer en su mensaje o a votar a su favor. Esa es la intención de este escrito. Sin saberlo, contribuí al crecimiento de un partido que no es lo que parecía.
La historia es bastante sencilla. Rosa Díez y dos personas más nos convencieron a otras 120 para acompañarles en la fundación de un partido. Las ideas estaban claras. En resumen, había que ofrecer a la sociedad una nueva opción política, completamente diferente de las existentes y con la misión de regenerar la democracia. A esta iniciativa fuimos sumando más y más adeptos. Pronto empezó a haber signos que no encajaban: imposibilidad de comunicación interna, Consejos Políticos a la búlgara donde las decisiones estaban previamente tomadas, etc. Podría dar multitud de ejemplos, pero baste decir que la selección de Francisco Sosa Wagner (hoy eurodiputado) como primero de la lista europea la conocimos por la prensa mucho antes de que se planteara en la reunión del Consejo. Eso no parecía un partido nuevo, sino más de lo mismo, pero las excusas eran diversas y al principio nos las íbamos creyendo.
La alarma roja se me encendió del todo cuando la Dirección (que por cierto no había sido elegida democráticamente sino designada por Rosa Díez) presentó para su aprobación en el Consejo Político un Reglamento que pulverizaba literalmente los principios e ideas que nos habían llevado a fundar el partido. Ni listas abiertas, ni separación de poderes, ni incompatibilidades, ni nada que no fuera concentración de poder al servicio de la Dirección. Se nos llenaba la boca de bonitas palabras ante los votantes y de críticas a los demás partidos pero no nos íbamos a aplicar internamente nuestras propias recetas. Como no me gustaba, presenté una enmienda a la totalidad, intentando recuperar el espíritu regenerador de que tanto hablábamos. ¡Grave atrevimiento! Me sentí amenazado, fui destituido, difamado y calumniado. Al creer que el partido iba a convertirse en uno peor que aquellos a los que queríamos combatir, anuncié junto con otros nuestra intención de presentar candidatura a la Dirección. ¡Peor todavía! Se inició la caza de brujas y fuimos expedientados para retirarnos los derechos y evitar nuestra presencia en la Asamblea. Primera vez en la democracia española que una futura candidatura opositora es expulsada antes de unas elecciones internas. Pero la luz ya la habíamos encendido. Otros presentaron candidatura alternativa y, después de ser laminados, su candidato fue expedientado también. Ahora son legión los que conocen lo que hay y lo pueden testimoniar.
En resumen, puedo decir, y dispongo de pruebas para ello, que he conocido desde dentro y al más alto nivel el partido UPyD y a su dirigentes. Gran parte del grupo fundador lo ha abandonado. De los partidos que conozco, creo que es el menos democrático internamente. Sus palabras son muy diferentes de sus hechos y estoy convencido de que defraudará a sus votantes, como me defraudó a mí y a otros cientos de personas que lo han abandonado también.
La historia es bastante sencilla. Rosa Díez y dos personas más nos convencieron a otras 120 para acompañarles en la fundación de un partido. Las ideas estaban claras. En resumen, había que ofrecer a la sociedad una nueva opción política, completamente diferente de las existentes y con la misión de regenerar la democracia. A esta iniciativa fuimos sumando más y más adeptos. Pronto empezó a haber signos que no encajaban: imposibilidad de comunicación interna, Consejos Políticos a la búlgara donde las decisiones estaban previamente tomadas, etc. Podría dar multitud de ejemplos, pero baste decir que la selección de Francisco Sosa Wagner (hoy eurodiputado) como primero de la lista europea la conocimos por la prensa mucho antes de que se planteara en la reunión del Consejo. Eso no parecía un partido nuevo, sino más de lo mismo, pero las excusas eran diversas y al principio nos las íbamos creyendo.
La alarma roja se me encendió del todo cuando la Dirección (que por cierto no había sido elegida democráticamente sino designada por Rosa Díez) presentó para su aprobación en el Consejo Político un Reglamento que pulverizaba literalmente los principios e ideas que nos habían llevado a fundar el partido. Ni listas abiertas, ni separación de poderes, ni incompatibilidades, ni nada que no fuera concentración de poder al servicio de la Dirección. Se nos llenaba la boca de bonitas palabras ante los votantes y de críticas a los demás partidos pero no nos íbamos a aplicar internamente nuestras propias recetas. Como no me gustaba, presenté una enmienda a la totalidad, intentando recuperar el espíritu regenerador de que tanto hablábamos. ¡Grave atrevimiento! Me sentí amenazado, fui destituido, difamado y calumniado. Al creer que el partido iba a convertirse en uno peor que aquellos a los que queríamos combatir, anuncié junto con otros nuestra intención de presentar candidatura a la Dirección. ¡Peor todavía! Se inició la caza de brujas y fuimos expedientados para retirarnos los derechos y evitar nuestra presencia en la Asamblea. Primera vez en la democracia española que una futura candidatura opositora es expulsada antes de unas elecciones internas. Pero la luz ya la habíamos encendido. Otros presentaron candidatura alternativa y, después de ser laminados, su candidato fue expedientado también. Ahora son legión los que conocen lo que hay y lo pueden testimoniar.
En resumen, puedo decir, y dispongo de pruebas para ello, que he conocido desde dentro y al más alto nivel el partido UPyD y a su dirigentes. Gran parte del grupo fundador lo ha abandonado. De los partidos que conozco, creo que es el menos democrático internamente. Sus palabras son muy diferentes de sus hechos y estoy convencido de que defraudará a sus votantes, como me defraudó a mí y a otros cientos de personas que lo han abandonado también.
5 comentarios:
¿Cuántos partidos conoce?
Usted está despechado. Quizá con razón, como muchos otros. Sin embargo, UPyD es el único partido que lleva las propuestas que España necesita. También dicen algunas cosas que España no necesita, pero es el único que habla de reforma democrática. Los partidos con poder están muy cómodos con la situación actual, y los partidos microscópicos son todos antiliberales y defienden posiciones totalitarias.
A lo mejor es tirar el voto a la basura, pero mañana voy a votar por UPyD, porque es lo más parecido a un partido liberal que existe (es triste, pero es la verdad); Y también voy a votar a UPyD porque quiero votar contra el PP, el PSOE, el PAR, IU, CIU, PNV, y todos los demás partidos filoterroristas.
Al que no quiera votar a UPyD, humildemente le recomiendo que vote en blanco o nulo. Pero hay que tener claro que la abstención equivale a decir que estás de acuerdo con todo y que no te quejas de nada.
¡Viva España y viva la Libertad!
La diferencia entre usted y yo es que usted cree lo que dice UPyD y yo no. La causa es que usted no conoce desde dentro y desde arriba ese partido y yo sí. Si a usted le parece que no es importante que un partido sea internamente democrático, no tenemos mucho más que hablar. Tal vez usted necesite líderes, pero yo pido democracia. Podría darle multitud de argumentos más, pero no creo que sea necesario. Mi pronóstico es que defraudarán a sus votantes, a no ser que sean ciegos seguidores incondicionales. Por cierto, este cruce de opiniones sería imposible en los foros de ese partido. Pruebe usted a decir allí algo que no le cuadre a la jefa.
Miguel, supongo que mi palabra valdrá poco para ti, al fin y al cabo yo también soy un EX-UPyD, pero Carroquino tiene razón: UPyD no es democrático. Lo demostraré con un silogismo cuyas premisas son citas de los líderes del partido:
-Gorriarán: "Es absurdo que un partido se dote de poderes separados" (Ponencia Política UPyD)
-Rosa: "Sin separación de poderes no hay democracia" (muchas ocasiones. Ej. último encuentro digital de El Mundo)
El engaño viene porque, entre otras cosas, esto es LO CONTRARIO a lo que defendían al fundar el partido. Como muestra, el artículo "La democracia en los partidos" en ABC de Gorriarán.
Señor Carroquino, ¿podría explicarme qué significa, para usted, eso de la democracia interna de los partidos políticos?
Yo creo que los partidos deberían financiarse exclusivamente con donaciones de sus miembros y simpatizantes. Lo mismo digo de las iglesias, clubes de fútbol, y asociaciones culturales de cualquier tipo.
Asimismo, creo que la Ley debería decir que organización interna de los partidos políticos será la que ellos mismo decidan. Y la misma Ley debe proteger a las personas que decidan salirse de cualquier organización en la que estén. Todos sabemos de los chantajes y amenazas para evitar los casos de «apostasía» y de los casos de acoso laboral, profesional y personal que suelen aparecer una vez consumada la salida del individuo de la organización. Estas cosas no han desaparecido teniendo la orden constitucional que obliga a tener un funcionamiento democrático a los partidos políticos. Los partidos políticos deben ceñirse a la ley por dentro y por fuera, pero no veo nada claro que deba haber una ley que diga cómo deben gobernarse internamente los partidos políticos. Ni ningún otro tipo de asociación civil, religiosa, política, cultural, deportiva o del tipo que sea. Han de ser los miembros de cada asociación los que decidan cómo funciona. Y cuando se produzca un quebrantamiento de las normas internas, procede declarar la guerra retórica y denunciar las contradicciones a los cuatro vientos. Y, si procede, ante un Juez.
No hay que confiar en nadie. Es la única forma de no sentirse defraudado. En cuanto a los partidos políticos y los programas electorales, no es una cuestión de confianza, sino un contrato electoral. Si lo rompen, me sentiré agraviado, y no volveré a votar a ese partido. Además, denunciaré públicamente el agravio y recomendaré a la gente que evite ese partido. Y me encontraré con fanáticos (hay al menos diez millones de fanáticos políticos en España) que me dirán que no tengo ni idea. Y yo les explicaré, una vez más, no ya mis divergencias, sino la ruptura del contrato electoral. Y ellos seguirán a lo suyo y yo seguiré a lo mío. Así es la vida.
Yo sólo confío en Dios. De sus criaturas no me fío ni un pelo.
La respuesta puede encontrarla en la siguiente entrada.
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